Cada noche que veo una estrella fugaz pido el mismo deseo. Cada estrella fugaz es distinta y las palabras del deseo puede que también, pero la esencia de ambos, es la misma. En el fondo siempre pido lo mismo, quizá no con las mismas palabras, quizá no de la misma forma, pero al fin y al cabo, no cambio mi deseo.
No porque sea muy complicado, tampoco porque no lo haya conseguido, sino porque quiero que siga siendo una realidad, tanto en el presente como en el futuro. Quiero seguir disfrutando de ese deseo día a día. Y a cada día que pase, encontrarle algo nuevo que me asombre aún más. Sé que no se lo debería pedir a ninguna estrella, porque no hay estrella en el universo tan mágica como mi deseo. Ni tampoco, tan simple. Nuestra vida está rodeada de complicados obstáculos. Pero con tan sólo cinco minutos consigo hacer realidad mi deseo. Quién me lo iba a decir, que, en apenas cinco minutos hago realidad mi deseo. Bueno, cinco minutos, su voz y una sonrisa, por supuesto. Y solamente con eso, ella me hace feliz.
Este relato lo escribí una noche de lluvia de estrellas que me hizo pensar en mi pareja y me apetecía escribirlo aquí en el blog. No tiene mucha miga por así decirlo, porque no es extremadamente bueno narrativamente hablando, pero me hacía ilusión ponerlo.
Dejad que vuestra imaginación vuele libre.
Deivid León.
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