miércoles, 22 de abril de 2015

Tributo a J. R. R. Tolkien

Una hoja cayó arrastrada por el viento desde el árbol de copa castaña hacia los matorrales formados de arbustos de flores amarillas encontradas en estado de dormancia predictiva. Ésta aterrizó en la cara de un arquero rubio quien, tras arrugar la cara con una mueca de desagrado, la lanzó de nuevo al viento con los dedos índice y pulgar. Aquel despiste temporal, le causó la pérdida del objetivo al que tenía que eliminar. Se levantó y estiró su cuerpo para relajar su postura y seguir su camino. Alzó la vista y pudo observar una cuenca de naturaliza marchita y desprovista de enemigos. No podría haber perdido a su oponente en peor ocasión, pues ni él ni sus aliados debían llamar la atención. La empresa del grupo se cimentaba sobre el sigilo y la suya propia era asegurarse de ello. Tras observar que una colina, a la que la muerte estacional no había llegado en su totalidad, estaba lo bastante elevada, decidió subir a la cima para realizar una vista panorámica. Desde lo alto se percató de la inminente caída del sol y reparó en un par de guerreros con distintas alturas y complexiones: uno alto y musculado y otro algunos pies más pequeño y robusto. El tiempo para realizar su cometido estaba llegando a su fin y tenía que acabar con su objetivo antes de llegar al lugar de encuentro con aquellos guerreros. Se colgó su carcaj de cuerdo decorado con detalles de sus ancestros en el hombro, agarró su arco y se apresuró con la necesidad de encontrar a aquel ser. Descendió la cuenca mientras el sol era cubierto por las nubes y la intensidad de la luz descendía. Sus oídos se agudizaron al oír un crujir de hojas otoñales tras los árboles. Observó la tierra que se presentaba ante él y descubrió unas huellas toscas que se alejaban hacia una cueva. Se acercó a la entrada, cogió una piedra de puntas angulosas y la arrojó al interior. Retiró una flecha del carcaj, cargó el arco y esperó. Un orco con una espada serrada salió del escondite. El arquero soltó la tensión del arco tras apuntar en una breve cantidad de tiempo, la flecha voló de forma perpendicular hacia el ojo derecho del adversario, éste dio contra el suelo levantando una leve capa de polvo y un estruendo retumbó dentro de la guarida. Segundos después, varios orcos acompañados de otro más alto y corpulento, con una mano roja pintada en la cara, salieron al exterior.

El arquero advirtió movimiento tras los árboles. Los dos guerreros sorprendieron a los enemigos saliendo de las sombras portando, el más alto, una espada de dos manos y, el más pequeño, un hacha de doble filo. El guerrero de melena rubia ganó el tiempo suficiente como para cargar una flecha del carcaj, apuntar en la rodilla derecha de un orco que no había sido sorprendido y lanzarla en un disparo certero. Mientras tanto, el caballero de la espada vencía a su adversario mediante una estocada diestra y aquél que portaba el hacha derribó al suyo con un hábil giro de su arma.

Sucedían los enemigos mientras se efectuaban habilidades e iban cayendo, uno a uno, disparo a disparo, punzada a punzada, golpe a golpe.

Repararon en el último enemigo. Era aquel que llevaba una mano dibujada en el ojo izquierdo. El portador del arco decidió usarlo en el combate cuerpo a cuerpo por temor a dañar a sus compañeros. El orco se defendía de los ataques de los tres amigos a la par que iba siendo rodeado por éstos. El rival bloqueaba cada embestida, cada empuje, cada ofensiva, sin mostrar una guardia entrenada. La sinergia de los aliados logró advertir una carencia en su técnica y durante la acometida del espadachín y el arquero por cada uno de los costados del orco, el que quedaba libre se situó a su espalda en incrustó el hacha en su nuca. Instantes más tarde, retiró su arma y el oponente cayó dándose de bruces contra el suelo en un baño de sangre que salpicó a aquellos que lo habían derribado.

En el proyecto "Pequeños grandes literatos" de Reivindicando Blog hemos hecho una serie de homenajes para el día del libro. Decidí hacer mi tributo a J. R. R. Tolkien y este ha sido el relato con el que rindo mi homenaje. Para ver todos los tributos puedes ir aquí para ver la lista de participantes y visitar sus blogs. Espero que os guste.

Dejad que vuestra imaginación vuele libre.


Deivid León.

3 comentarios:

  1. Nunca he leído a Tolkien así que quizá no he llegado a entender bien tu homenaje; sin embargo, sí te diré que me ha parecido interesantísimo y creo que está maravillosamente redactado. Me ha encantado la historia y el final es brutal :)

    ¡Un beso!
    Étincelle

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  2. Genial, la recreación de la batalla, de la naturaleza que les rodea... los personajes que claramente nos remiten al Señor de los Anillos.
    Me ha gustado mucho.
    :))

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  3. ¡Buenas! también participo de la iniciativa y realmente admiro este homenaje a Tolkien, escribir de esta forma se me haría muy dificil. Los detalles en la descripción realmente te llevan al momento.

    Buen texto.
    Nos leemos.

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