El legado de Dagomoth Radmyen: Capítulo II

Hoy ha fallecido mi padre. Me he acercado a la habitación donde estaba para que los curantores me hablasen de sus últimas horas. Al parecer pereció cuando dormía. Las máquinas dejaron de ser útiles para él y se fue al cabo de unos minutos. Hicieron lo que pudieron con él, pero estaba más en el otro Mundo que en el nuestro. Le quise, le quise como no pude querer a nadie. Le quise como el padre que fue para mí, como el padre que me educó y me crió hasta que maduré y me convertí en un hombre. Fue mi modelo a seguir y ya no está...

Salieron los curantores cuando entró mi hermano. Me miró, pero no me veía. Estaba en shock. No lloraba, no hablaba, no expresa ninguna emoción. Se sentó en el mismo lugar de la cama donde había estado yo en nuestra última reunión mientras yo permanecía de pie observando el ruido que hacían las máquinas que nos habían acompañado a cada uno de los que visitaba esta habitación. Tardaría en acostumbrarme a no oírlas. Tardaría en acostumbrarme a no recibir los consejos de aquel que estuvo viéndome crecer.

- He pensado enterrarlo en Graunacia -rompió el silencio-. Es un gran territorio y está lleno de avances para proporcionarle un entierro digno -dijo mirando la sábanas que cubrían a nuestro tutor.

- ¿Y yo no tengo voz ni voto en esta decisi...

- No -sentenció-. ¿Aún no has percibido que soy el único hijo de sangre?

- Frog, he pasado casi toda la vida bajo sus cuidados y ¿me dices que no podré despedir a mi padre en su entierro?

- Creo que lo has entendido bien.

- También es mi padre... quiero tenerlo conmigo.

- Está bien. ¿Propones alguna solución? -preguntó con aires de superioridad.

- Hombre, no vamos a partirlo por la mitad y enterrar medio cuerpo en cada territorio...

- No, pero... ¿y si lo incineramos y dividimos las cenizas?

- ¿Estás loco? Has pensado en eso?

- No voy a dejar que te lo lleves tú. Es mi padre y no voy a permitir que te lo lleves por las buenas. Es mi última oferta, a no ser que prescindas de cierto cuadro que te dejó en herencia...

Mi hermano pretendía comerciar con él como si de un trofeo se tratase. O peor, como si fuera un burdo objeto que se pudiera comprar y tirar...

Está bien -acepté-. Acepto que cada uno se lleve parte de las cenizas.

Horas después de la autopsia, lo incineraron. Cada uno recibimos una urna idéntica con la misma cantidad de cenizas.

Frog, tras recibir su urna, se marchó sin pronunciar palabra. Mis lágrimas recorrían mis mejillas a su paso. Sentía como si me hubieran arrebatado parte de mi vida. Y lo habían hecho. Froggant se alejaba con una parte de mi padre. Jamás me había sentido tan vacío como en esos instantes...

Regresé a mi hogar. Ya en mi despacho coloqué la urna en la chimenea. Quería que estuviera frente a mi escritorio en todo momento para inspirarme y guiarme.

Y más aún cuando comencé a redactar lo siguiente:

"Nos, Axel Fire, heredero de la región de Alleggia, hacemos saber que declaramos la guerra a Graunacia y a su emperador Froggant. Toda la nación, con voluntad y deseo unidos, se movilizará a fin de que nada se olvide para alcanzar nuestros objetivos de guerra..."

Dejad que vuestra imaginación vuele libre.

Deivid León.