lunes, 23 de febrero de 2015

Miradas

Nos mirábamos. No hacía falta decir nada, pues nuestras expresiones hablaban por nosotros. No soportaba el aire correr entre nuestros cuerpos, separándonos el uno del otro. Por mi nariz corrían las gotas de sudor de un día que había amanecido sin actividad.

*

En otra parte de la villa unos ojos furiosos se encontraban. Dos cabezas mirándose sin fuerzas para articular palabra. Cabellos ondeando en un mástil de hueso. Rostros fruncidos al recibir la luz del mediodía.

*

 ¿Quién debería hacer los honores? –pregunté.
 Bueno –dijo ella con una sonrisa-, quizá deberíamos dejarnos de formalismos –sonreí.
Cada uno observaba los movimientos del otro, ninguno queríamos empezar, pero tampoco nos alegraba quedarnos rezagados.

*

– ¿Te parece bonito? –preguntó ella.
– ¡Pero si no he hecho nada! –respondió.
– Por eso mismo. Te dije la última vez que nos vimos que cuando volviéramos a encontrarnos hacíamos eso, aunque no quisieras.
– Hombre, normal no es para dos personas en nuestra situación –respondió él.

*

Ella se abalanzó, yo hice lo mismo elevando mi katana para defenderme del golpe. Paré una estocada. Dos. Tres. Seguí en la defensiva hasta que observé un hueco en su posición para contraatacar. Así lo hice. Segundos más tarde, cayó de rodillas soltando su arma…

*

– ¿Nuestra situación? Joder, que llevamos peleados unos días. Tampoco te vas a morir por darme un beso, ¿no? –acusó ella.
– Hombre, no… Pero si estamos peleados, estamos peleados.
– Pues yo no quiero estar más tiempo enfadada contigo. Así que, o me besas o lo haré yo…

Sin pensarlo dos veces, se abalanzaron el uno hacia el otro para fundir sus labios en un beso que se les hizo cálido, pero no tan largo como necesitaban.

Dejad que vuestra imaginación vuele libre.

Deivid León.

No hay comentarios:

Publicar un comentario